Tuesday, 12 March 2013

A day of silence

What you are about to read is rather shocking, at least for a Western mind that has only recently moved to Bali. Believe it or not, we are right now being held prisoners for the day.

Today we are “celebrating” Nyepi, the Balinese New Year, 1935 in the lunar ‘saka’ (Hindu) calendar. The island started to get ready for this event three days ago, when ‘Melasti’ kept Balinese busy. This cleansing ritual consists of taking all the God statues from the village temples to the rivers or the sea to be bathed and purified by the Neptune of the Balinese Lord, the God Baruna.

Last night was the climax of the preparation for the New Year as an island-wide exorcism ceremony was held at each village main cross road, which is the known meeting place of demons. At sunset we witnessed in shock how villagers paraded their fearsome Ogoh-Ogoh, monsters that symbolize the evil spirits surrounding us. Some of these giants are taken from classical Balinese folklore but all have fangs, bulging eyes and dramatic haircuts. The procession is illuminated by torches and accompanied by Balinese gamelan music.  At the end of the evening everyone starts making as much noise as possible and set fire to the Ogoh-Ogoh in order to get the evil spirits out of their lives or at least drive them insane…

 




Today, Nyepi day, the airport is completely closed, no travel is allowed, whether by motorized means or by foot, all household electricity is banned and any kind of noise is forbidden. It is a day for introspection and reflection for Balinese families and the most traditional ones even abstain from talking to each other for the whole day. There are no shops or businesses open at all, the only exception being emergency medical services. The only sign of life on the street is the menacing sight of the Pecalang (village police) who patrol the villages in search of wayward locals trying to sneak out but will also firmly escort curious tourists back to their hotel. As you see, a very accomplished production whose only purpose is to ingeniously fool the evil spirits, aroused by the noise last night, into believing that Bali is completely empty so they leave the island.

A true day of silence in which the entire island, populated by over 3 million, quite literally resembles an eerie, post-apocalyptic world with not a soul to be seen, or a voice to be heard. This could only happen in Bali…

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Lo que estáis a punto de leer es realmente sorprendente, al menos para una mente occidental que no lleva mucho tiempo viviendo en Bali. Aunque parezca mentira, hoy estamos encarcelados en nuestra propia casa.

Hoy “celebramos” Nyepi, el Año Nuevo balinés 1935 en el calendario lunar ‘saka’ (el calendario Hindú). La isla comenzó a prepararse para este evento hace tres días, cuando tuvo lugar la ceremonia ‘Melasti’. Este ritual purificador consiste en sacar todas las estatuas de dioses de los templos y llevarlas a los ríos o al mar para bañarlas y purificarlas en el Neptuno de los dioses balineses, el Dios Baruna.

Anoche fue el punto culminante de la preparación para el año nuevo: un exorcismo por toda la isla celebrado en cada principal cruce de carreteras, que es el sabido lugar de encuentro de los demonios. Al anochecer fuimos testigos de cómo los balineses sacaban en procesión sus aterradores Ogoh-Ogoh, monstruos que simbolizan los espíritus demoniacos que nos rodean. Algunos de estos gigantes proceden del folclore clásico balinés y todos se caracterizan por sus largos colmillos, abultados ojos y dramáticos cortes de pelo. La procesión va iluminada de antorchas y acompañada de la orquesta tradicional de gamelan balinesa. Al final de la noche todo el mundo comienza a hacer muchísimo ruido y a prender fuego a los Ogoh-Ogoh para que los demonios se vayan de sus vidas o al menos se vuelvan locos.

Hoy, el día de Nyepi, el aeropuerto está cerrado a cal y canto, no se permite viajar ni en vehículos motorizados ni a pie, no se puede usar ningún aparato eléctrico ni luz ni hacer ningún ruido. Es un día de introspección y reflexión para las familias balinesas y las más tradicionales ni siquiera hablan en todo el día. No abren ni las tiendas ni los negocios, con la única excepción de servicios médicos de emergencia. La única señal de vida en las calles es la amenazadora presencia de los Pecalang (policía rural) que patrullan los pueblos en busca de ciudadanos cabezotas que tratan de escabullirse y que también escoltan firmemente de vuelta a su hotel a cualquier turista curioso. Como veis, toda una producción muy lograda cuyo único propósito es engañar ingeniosamente a los espíritus malignos alterados por el ruido de anoche para que crean que Bali se ha quedado completamente vacío y opten por irse de la isla.

Un verdadero día de silencio en el que toda la isla, con más de 3 millones de habitantes, se convierte en un universo escalofriante y postapocalíptico en el que no se ve un alma ni se escucha una voz. Esto solo podía pasar en Bali…